La luz blanca, está compuesta de siete colores del espectro visible, ha sido una constante en nuestras vidas desde tiempos inmemorables. Sin embargo, investigaciones científicas recientes* han revelado un aspecto preocupante: no solo la luz ultravioleta puede causar daños a la retina, sino que la luz blanca, especialmente la luz azul y violeta, también puede tener efectos nocivos en nuestra salud ocular.
Desde hace tiempo, se sabe que la luz ejerce un efecto fototóxico en varios tejidos oculares, en particular en la retina. La gravedad de este daño retiniano depende de factores como la intensidad de la luz, su longitud de onda y el tiempo de exposición. Mientras que el sol sigue siendo la principal fuente de iluminación y exposición, el avance tecnológico ha dado paso a numerosas fuentes artificiales de luz, presentes en nuestras casas y en nuestros dispositivos digitales cotidianos, como smartphones, computadoras, televisores y tablets.
Estas fuentes de luz artificial, en su mayoría diodos LED de luz fría, emiten longitudes de onda corta, especialmente cercanas al color azul. Esto implica que la luz visible atraviesa la córnea, el cristalino y llega directamente a la retina, poniendo en riesgo la salud ocular.
Además, estudios han confirmado que la exposición a la luz azul puede suprimir la melatonina, la hormona del sueño, lo que potencialmente contribuye a trastornos circadianos y aumenta el riesgo de problemas de sueño. En este contexto, es imperativo considerar medidas para proteger nuestros ojos de los efectos perjudiciales de la luz azul.
Es aquí donde entran en juego los filtros para luz azul en lentes oftálmicas. Estos filtros desempeñan un papel crucial al regular la cantidad de luz que incide en los ojos, brindando protección contra las radiaciones más molestas y dañinas. Es importante destacar que estos lentes suelen tener un sutil tinte amarillo para contrarrestar la luz azul, aunque generalmente pasa desapercibido.
A pesar de que las gafas de sol comunes garantizan protección contra la luz ultravioleta, no ofrecen la misma seguridad frente a la luz azul y violeta. En consecuencia, la elección de lentes oftálmicas con filtros especializados se presenta como una decisión sabia para preservar la salud visual en un mundo cada vez más saturado de dispositivos digitales.
Estrategias para mitigar los efectos de la luz azul
1. Filtros de luz azul:
Numerosos dispositivos y aplicaciones ofrecen filtros de luz azul que reducen la cantidad de esta luz emitida por las pantallas. Estos filtros pueden ajustar automáticamente la temperatura del color de la pantalla, disminuyendo la intensidad de la luz azul durante la noche.
2. Modos nocturnos:
Muchos dispositivos cuentan con modos nocturnos que ajustan automáticamente la temperatura del color hacia tonos más cálidos en las horas de la noche, disminuyendo la exposición a la luz azul.
3. Descansos visuales:
Tomarse descansos regulares durante el uso prolongado de dispositivos electrónicos puede ayudar a reducir la fatiga visual. La regla 20-20-20, que sugiere mirar algo a 20 pies de distancia durante al menos 20 segundos cada 20 minutos, es una práctica recomendada.
En resumen, la incorporación de filtros para luz azul en nuestras lentes no solo es una medida preventiva esencial, sino también una respuesta práctica y efectiva para contrarrestar los efectos negativos de la exposición constante a pantallas y dispositivos electrónicos en nuestra vida diaria. Proteger nuestra vista es una inversión a largo plazo en nuestro bienestar visual y en la salud ocular general.
Artículo escrito por Belén Sanchéz
*La Gaceta óptica nº354 el estudio de Recoletos BV Madrid.